Prison City – Análisis

By admin Dec 20, 2024

En los últimos años hemos visto un resurgir de muchos géneros que estaban casi muertos, como los yo contra el barrio o los juegos de disparos y plataformas en dos dimensiones. De este último, tenemos ejemplos como Mighty Goose, Blazing Chrome, Huntdown o Broforce, y ahora Retroware y Programancer nos traen este título que bien se merece un hueco en la parte alta de esa lista.

El poder de la hoja

Prison City es un juego de acción, plataformas y disparos en dos dimensiones inspirados por los clásicos de 8 bits, tanto en apariencia como en jugabilidad, quizás con Power Blade como mayor influencia, pero sin dejar de mirar a otros títulos como los de la saga Ninja Gaiden o Contra. Aquí nos ponemos en control de Hal, un héroe retirado que, como no podría ser de otra manera, vuelve para una última e importantísima misión en un retrofuturista 1997 donde las cosas no están precisamente bien.

A nuestra disposición tenemos unos chakrams, una especie de bumerán mágico que podemos lanzar en las ocho direcciones para acabar con nuestros enemigos y abrirnos paso por los escenarios repletos de obstáculos que nos esperan. Esta mecánica, relativamente simple, tiene cierta profundidad, ya que podemos mantener el lanzamiento para redirigirlo, haciendo así que sea posible alcanzar con él zonas que, de otra manera, serían inaccesibles, ya sea para conseguir potenciadores o derrotar enemigos. Y creednos cuando decimos que este tipo de habilidades nos harán falta.

Una vez completada la primera misión (y el correspondiente tutorial opcional) Prison City nos permite elegir en qué orden queremos jugar las ocho siguientes misiones, algo de agradecer si optamos por evitar el modo fácil con vidas ilimitadas, ya que vamos a morir muchas, muchas veces en el proceso. El desarrollo de estas misiones nos ha gustado mucho, con un diseño muy clásico pero, desde un punto de vista actual, ligeramente metroidvania, que nos lleva a explorar los entornos hasta encontrar un personaje que nos da una llave con la que accedemos a la puerta que guarda al jefe. No os penséis que vais a pasar horas recorriendo el mismo escenario; siguen teniendo el tamaño propio de uno de 8 bits, pero en lugar de ser lineal es algo más abierto.

Dificultad de 8 bits, con un control no tan preciso

También es muy de 8 bits en su dificultad. Como hemos mencionado antes, hay diferentes modos de dificultad, e incluso la opción de personalizarla a nuestro gusto, pero en el modo normal es bastante desafiante. La dificultad radica en aprendernos la posición de ciertos enemigos, si tienen puntos débiles, las trampas del escenario y, sobre todo, los patrones de los jefes finales, así como algunas secuencias de plataformeo bastante exigentes. Nada que cualquiera que haya jugado a los títulos de esta época no se espere.

A nosotros nos ha encantado, y creemos que, aunque a veces tiene un poco de mala leche, en general tiene un planteamiento bastante auténtico. Lo que sí que nos ha molestado un poco es la imprecisión de ciertos movimientos. Por ejemplo, para agarrarnos a una barra o a un saliente tenemos que pulsar un botón, algo que no terminamos de ver qué aporta. Sí, al final te acostumbras, pero hace que las primeras horas de juego sean un poco más frustrantes de lo necesario. De igual manera, hay un movimiento (deslizamiento hacia una cornisa y salto) que no termina de funcionar muy bien, lo que se traduce en espectaculares lanzamientos hacia el vacío. Como decimos, nada que estropee el juego, pero algo que este tipo de género no se debería permitir.

Gran sabor clásico

En lo audiovisual, Prison City nos ha gustado mucho. Aparte de su apartado gráfico (que, obviamente, se limita con lo que era posible hace 30 años), la variedad y la originalidad de los niveles y de los enemigos hace que gane muchísimos puntos. Además, como grandes fans de los filtros CRT, hay que aplaudir la inclusión de uno, bastante «duro». Completamente opcional, y con tres opciones de diferente intensidad, este filtro recrea incluso el reflejo de la imagen en el cristal de las teles de tubo, «ensuciando» la imagen para recordarnos cómo jugábamos en aquel entonces.

Aparte, tenemos un montón de referencias a otros juegos (que no falte la fase en moto) y a películas de la época, algo que siempre le saca una sonrisilla a los que la vivieron. Unido a una gran banda sonora, a la que se le puede achacar ser ligeramente machacona –como a tantas otras de los 8 bits, suponemos–, pero que acompaña perfectamente a la acción.

A soplar el cartucho

Prison City es un gran homenaje a un género que muchos echamos de menos, y que por suerte está viviendo un pequeño renacerCome from Online Betting Site. Muy redondo en lo audiovisual y muy divertido en lo jugable, sólo falla en ciertos movimientos que pecan de poco precisos, pero que no evitan que nos lo hayamos pasado en grande con él. Si lo que veis en estas pantallas os gusta, creemos que Prison City es un digno merecedor de vuestro tiempo.

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